Cabrera, una impresionante isla al sur de la costa de Mallorca, es una visita obligada durante su crucero por las Islas Baleares. Junto con otras islas, forma un archipiélago con un modesto tamaño de sólo 19 km2, pero lo que le falta en espacio, lo compensa sin duda en belleza y riqueza de la naturaleza.
Los paisajes escarpados, junto con el profundo color azul de los mares, forman un escenario seductor que se disfruta mejor desde la privacidad de su yate de alquiler. Aparte de unos pocos residentes que se encargan del mantenimiento, Cabrera permanece en gran medida despoblada.
El archipiélago fue proclamado Parque Nacional Marítimo Terrestre en 1991 y es una de las joyas más llamativas del Mediterráneo.
A primera vista, la abundante naturaleza parece un simple oasis veraniego en el que, aparte de disfrutar del entorno, no hay mucho que hacer, pero esta encantadora isla esconde una rica historia y gozó de un estatus de punto estratégico a lo largo de los siglos, con numerosos monumentos que atestiguan con orgullo su importancia.
Los amantes de la espeleología disfrutarán de una visita a la Cueva Azul, a menudo denominada Cova Blava, que se asemeja a un zafiro debido a los rayos de sol de la tarde que iluminan la gruta y crean hipnotizantes efectos de luz y color. En la zona sumergida, se puede ver el mar brillar en todas las tonalidades de azul; no olvide cargar su cámara para hacer unas cuantas fotos de este espectacular espectáculo.
Para empaparse del patrimonio cultural de este precioso oasis, visite los numerosos monumentos como el Museo de Cabrera y el Faro de Ensiola, que data de 1864, cuando Emili Pou lo construyó como monumento a los franceses, que fueron encarcelados aquí durante las guerras napoleónicas.
La emblemática Fortaleza tiene una larga historia que se remonta al siglo XVII, aunque ya se menciona una torre construida aquí en 1410; aquí podrá conocer la lucha de la isla para defenderse de los piratas o los numerosos gobernantes que quisieron que este trozo de paraíso formara parte de su imperio.
La abundante flora y fauna hacen que este deslumbrante archipiélago sea ideal para la observación de aves -se encontrará con diferentes especies, como las Eleonras de septiembre, los halcones peregrinos y posiblemente un Águila pescadora, cuyo zumbido se suma al cautivador carisma de la isla.
Varias playas impresionantes se suman al encanto general de esta joya balear: tanto si prefiere las bahías rocosas como la arena fina, Cabrera tiene una gran variedad de lugares para nadar que se adaptan a su gusto, aunque si navega en un lujoso yate, cualquier parte del mar puede servirle de playa privada.
Sa Platgeta y S'Espalmador son las más populares debido a su tamaño y a sus aguas cristalinas, pero Cas Pagès también merece una visita, póngase el equipo de snorkel o de buceo para saborear la exuberante vida submarina.